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6 de diciembre de 2011

La Educación Permanente I

“A la cama no te irás sin saber una cosa más…” Esta frase me encanta, y de manera un poco simplista define lo que viene a ser el tema protagonista de mi primer post, el concepto de Educación Permanente.

En primer lugar, cabe decir  que las teorías pedagógicas progresistas nos hablan de aspectos como la democratización de la educación y de la cultura, algo muy distinto a la democracia educativa y cultural, porque mientras este segundo concepto defiende el acceso global a las mismas, el primero se orienta a la participación activa, a ser agentes de construcción activos de esa cultura y de esa educación, y no solo a ese acceso.


Y es que la Educación Permanente, lejos de ser únicamente formación de tipo laboral, se fundamenta en la construcción de los marcos educativos por todos y todas, eliminando las conceptualizaciones divisorias entre educador y educando,  dando paso a la idea de que todos enseñamos y aprendemos, equiparando a las personas no en base a un título a veces impuesto por otros, a veces autoimpuesto por aquellos que se sienten superiores hablando encima de su polvorienta cátedra.


A la vez, genera lugares de encuentro donde esa educación fluye de manera sobre todo no formal e informal, aunque respeta la importancia de los ámbitos formales como elementos capacitadores de futuras profesiones o conocimientos considerados mínimos…


La Educación Permanente es fotografía, es pintura, son cursos laborales y prelaborales, es literatura y algebra, son habilidades sociales, educación para la salud y para la paz, es formación personal y comunitaria, es un ejercicio de democracia y civismo…


Tantas cosas engloba este término tan hermoso que es difícil encerrar algo tan grande, extenso y diverso es unas pocas líneas…


Por lo tanto… ¿Seguimos hablando de Educación Permanente? Seguro que sí.

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